Blog del desarrollador 7: Criaturas de Conan Exiles
Las tierras del exilio están habitadas por una gran variedad de criaturas y animales. Se pueden encontrar tanto bestias comunes como raras en Hiboria, que podréis cazar y que os proporcionarán recursos útiles en vuestra lucha contra los elementos y otros exiliados. Incluso hay criaturas consideradas antinaturales en el mundo exterior que han hecho de las tierras del exilio su hogar.
En vuestro camino fuera del desierto de arena donde Conan os libera de la cruz acabaréis llegando a un río. Ese frondoso escenario es el hogar de presas en su mayoría dóciles. Abundan los animales como los lomoazulados y los conejos, que proporcionan huesos, carne y pieles cuando se cazan. La piel se puede curtir para obtener cuero, ideal para crear armaduras fuertes y resistentes.
Pero es conveniente tener cautela. Se deben evitar a toda costa los cocodrilos que acechan en el río. Los rápidos y ágiles diablillos, hombres deformados hasta quedar irreconocibles por la corrupción de la magia de las tierras del exilio, merodean también por los alrededores en busca de su siguiente comida. Algunos de ellos son muy volátiles, y no dudarán en perseguir a los viajeros y explotar de forma violenta cuando estén cerca de ellos. Los diablillos muertos proporcionan carne, aunque su sabor es horrible incluso cocinada. Todos los exiliados deben permanecer atentos y tener un arma a mano hasta en esta pacífica zona.
Al norte del río, la fauna salvaje es aún más abundante. Allí es donde empezaréis a encontrar algunas de las criaturas más comunes de las tierras del exilio. Allá donde haya hierba veréis alguna gacela o antílope. Suelen ser dóciles, pero huyen rápidamente cuando están en peligro. Atacad con fuerza y rapidez u os quedaréis sin cenar. Donde haya gacelas y antílopes, probablemente también haya hienas. Estas bestias gruñidoras suelen cazar en manada, así que no bajéis la guardia. Si veis venir una hacia vosotros, sabed que la seguirán al menos una o dos más.
Al adentraros más hacia el interior, empezaréis a ver rinocerontes y avestruces de diversos colores. Al igual que las gacelas, los rinocerontes y los avestruces suelen ser criaturas dóciles, pero atacarán si se les provoca. Los rinocerontes son particularmente difíciles de matar y cargarán con su gigantesco cuerno para protegerse. Permaneced atentos, trabajad juntos y quizá logréis haceros con su gruesa piel, e incluso puede que su cabeza acabe colgada como un trofeo en vuestra pared.
Una regla de oro muy útil en las tierras del exilio es que, cuanto más al norte viajéis, más peligrosas serán las bestias que os encontraréis. Arañas venenosas y escorpiones viven en las dunas arenosas y en los profundos cañones, y atacan a cualquiera que se les acerque. Sus cadáveres se pueden recolectar para obtener ingredientes útiles para crear. Las arañas también proporcionan icor. Además, puede que os encontréis con los segadores de arena en las dunas al norte. Estas langostas gigantes se deslizan por la arena y deben ser evitadas a toda costa. No obstante, se pueden recolectar sus glándulas con toxinas, un ingrediente clave para crear venenos letales.
En el corazón del desierto, cubierta de arena de un intenso tono anaranjado, yace la Ciudad sin nombre. Fue la sede del poder de una raza antigua ya desaparecida. Desde entonces ha sufrido la corrupción de una magia blasfema. En ella, los muertos caminan de nuevo. Los restos descarnados de soldados humanos acechan en la arena, portando armas de una era olvidada mientras lagartos esqueléticos, reanimados por las fuerzas corruptoras que persisten en ese lugar, atacan a todo aquel a la vista. Murciélagos gigantes vuelan por el aire, lanzándose en picado para capturar a aquellos desventurados con vida. Incluso hay rumores de dragones y bestias de piedra fundida que merodean por la zona. A pesar de los grandes peligros, las recompensas pueden ser aún mayores, ya que la Ciudad sin nombre esconde muchos secretos a la espera de ser descubiertos.
Vuestra cruz os aguarda, exiliados.